lunes, 13 de diciembre de 2010

LA FAMILIA COMO AGRUPAMIENTO SOCIAL

La familia constituye una forma de organización que no es privativa de los seres humanos. Especies cercanas como los primates no humanos muestran organizaciones sociales muy próximas a nuestros agrupamientos familiares. Aunque tradicionalmente se ha tratado de encontrar las diferencias entre la familia humana y la de los primates no humanos, durante las últimas décadas el objetivo de numerosos estudios ha sido identificar las similitudes entre las funciones y los comportamientos de ambos grupos familiares. Dichos estudios señalan que las relaciones de apego como forma esencial de supervivencia de la cría o comportamientos adultos cuyo objetivo es modelar comportamientos relevantes para la supervivencia física y social de los más pequeños, no son propiedad exclusiva de la familia humana.

Sin embargo, hay una característica que nos distancia definitivamente de las familias de los primates no humanos: la construcción de contextos socioculturales organizados y estructurados de forma intencional para la crianza y la educación de los miembros más jóvenes (niños y adolescentes). Estos contextos, entre los que se encuentra el colegio, tienen como uno de sus objetivos dotar a los individuos en desarrollo de conocimientos, instrumentos y códigos que les permitan un adecuado ajuste a su cultura.

Otro de los rasgos sobresalientes de la familia humana es la intensidad y durabilidad de los lazos afectivos que se generan entre sus miembros, así como la tendencia a considerar la unidad familiar como un territorio privado y único en el que los individuos establecen relaciones de intimidad y sentimientos de pertenencia grupales muy acusados.


La organización familiar.


Tomando como referencia nuestra cultura, se puede observar cómo la familia ha evolucionado a lo largo de los años, en términos generales, desde un grupo familiar extenso en el que convivían distintos núcleos familiares y que compartían algún grado de consanguinidad, hasta la familia nuclear, la mas extendida en la actualidad y que se conforma por ambos progenitores y sus hijos. No obstante, en los últimos tiempos una profunda revisión de los valores sociales y morales, así como una nueva estructura socioeconómica, han hecho que la definición tradicional de familia vaya ensanchándose. Por ello, resulta difícil establecer una definición suficientemente comprensiva y exhaustiva de lo que significa una familia, pero podría ser la siguiente: Uno o dos adultos que tienen a su cargo uno o varios hijos (biológicos o no). En el caso de la existencia de dos adultos, se entiende que estos comparten un proyecto vital común en el entramado de un compromiso personal que supone el establecimiento de intensas relaciones de intimidad y reciprocidad. Respecto a los hijos, este compromiso supone procurar su adecuado desarrollo físico y psicosocial a través de la formación de vínculos emocionales estables y de metas de educación y socialización.


Para completar esta definición resulta necesario tener en cuenta, además, otras premisas:
1.     La familia ha de ser vista como un marco en el que confluyen individuos en desarrollo, dando por supuesto que esta característica no es únicamente privativa de los niños sino que participan también de ella los adultos. A la vez, dicho marco es promotor de desarrollo.
2.     Ha de entenderse como un sistema complejo de relaciones interpersonales en las que cada miembro y sus interacciones repercuten en los demás miembros (relaciones multidireccionales) que responden a múltiples factores (multicausales) y que van conformando paulatinamente una dinámica familiar propia que va evolucionando a lo largo del tiempo.
3.     La familia como grupo social se encuentra inmersa en un entramado social. Desde esta perspectiva, el modelo ecológico de Bronfenbrenner y la teoría de los sistemas, señalan la necesidad de analizar la familia como un sistema social que se encuentra permanentemente influido por otros grupos.
Funciones de la familia

La convivencia dentro de un grupo familiar tendrá necesariamente repercusiones tanto en los adultos como en los niños.
1. La familia: primer grupo de socialización infantil
La familia, como grupo social, ha tenido a lo largo de la historia funciones que resultaban útiles, incluso indispensables, para el conjunto de la sociedad. Berk señala entre ellas la de asegurar la reproducción y la supervivencia de la propia especie; la de construir un lugar en el que los sujetos reciben apoyo afectivo y emocional útil para reducir tensiones y conflictos propios de la vida en sociedad y la de ser una fuente esencial de socialización en la que los miembros adultos instruyen a los más jóvenes en las pautas de comportamiento propias del contexto social en el que se desarrollan.
Aunque resulta evidente que alguna de estas funciones sigue atribuyéndose a la familia, el grado creciente de complejidad del entramado social ha supuesto que otras instituciones y organizaciones hayan asumido parte de las mismas. Un ejemplo lo encontramos en la importancia que ha ido adquiriendo la escolarización.
López señala que desde los primeros momentos de la vida, entre los miembros de la familia (adultos y bebes) se establecen vinculaciones afectivas que resultaran esenciales para el progreso de dichas relaciones. Esta función ha sido denominada por el autor como socialización de los afectos y se lleva a cabo como consecuencia del establecimiento de un marco emocional y de apoyo que resulta imprescindible para el adecuado desarrollo psicológico y social.
Otra misión de la familia respecto a los hijos es la de dotarles de referentes básicos que les capaciten para comprender y actuar de forma cada vez más adecuada dentro del entorno físico y social en el que se desarrollan. Uno de los elementos fundamentales de esta capacitación son las herramientas de comunicación (el lenguaje) y las normas sociales. Ambas son transmitidas tanto de forma explícita por los padres como, implícitamente, a través de sus propios comportamientos.
Los comportamientos o conductas son, por tanto, también objeto de socialización. La socialización de este ámbito tiene como un afecto añadido la transmisión y perpetuación de los esquemas de actuación de la familia y se produce durante los primeros años fundamentalmente, pero se extiende también a lo largo de la infancia (López).
La interacción entre los padres y los hijos es una fuente esencial de crecimiento psicosocial. Es importante resaltar, además, que dicha interacción no es unidireccional, sino multidireccional.

2. La familia: contexto de crecimiento para los adultos
Desde la perspectiva tradicional de estudio y definición de la familia, las misiones y funciones generalmente aceptadas serian aquellas centradas en el desarrollo y crecimiento de los hijos. Sin embargo, al aceptar la definición de familia como un sistema social y contexto de desarrollo y crecimiento personal también para los adultos que la conforman, hemos de suponer que este agrupamiento les posibilita alcanzar un conjunto de objetivos.
Para Palacios y Rodrigo, los padres han de ser considerados como sujetos en desarrollo. En este sentido, la familia constituye, por un aparte, un marco de crecimiento psicológico en el que aprender a aceptar los retos propios de la etapa adulta, uno de los cuales es, precisamente, la paternidad o maternidad. Este nuevo rol supone un vinculo e implicación emocional vital con los hijos, así como el despliegue de un proyecto de crianza, educación y de socialización que tienen en la familia uno de sus referentes fundamentales.

Por otra parte, la familia es, a su vez, un contexto en el que los padres despliegan un bagaje psicosocial propio. Este bagaje, adquirido a lo largo de su desarrollo, supone todas aquellas características psicológicas, afectivas, actitudinales, sociales, etc. que conforman a cada ser como lo que es y que matizan su forma de entender la realidad y de comportarse. En este sentido, la calidad de los vínculos que establecerán los padres se encuentra muy relacionada con la calidad de los establecidos por ellos a lo largo de su desarrollo. Otro ejemplo en esta misma línea nos lo ofrece el hecho de que el despliegue de las prácticas de crianza también se encuentra influido por sus experiencias como hijo y por las representaciones acerca de lo que es un niño y cómo ha de educarse, representaciones que se han ido adquiriendo a lo largo de la vida.
Por último, la familia provee al adulto de un marco de apoyo, afecto, seguridad y estabilidad. Una de las razones es la posibilidad de relaciones con personas de otras generaciones (padres abuelos) que son, también, referentes de actuación con los hijos y que suponen, en muchos casos, un elemento esencial de colaboración real en su crianza.

1 comentario:

  1. Como bien dices, yo creo que la familia es una organización muy importante en la vida, tanto de los animales como de los seres humanos, es un principio de socialización para los niños, pero no solo para ellos sino para todos los miembros que la forman puesto que les aporta vínculos e interacciones que durarán el resto de sus vidas.

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